08 Oct
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Desde las edades más tempranas la figura del maestro constituye un elemento crucial dentro la formación intelectual y social del individuo. Más allá del espacio meramente formal de la clase, el profesor que sepa adueñarse del imaginario de sus educandos se erige como una fuente de conocimientos y un ejemplo a seguir para ellos. Son muchos los casos en los que vivir la experiencia educativa de la mano de un buen docente despierta la vocación del magisterio en el alumno.

Por estas razones el artículo “Ser profesor universitario” de la Viceministra Primera de Educación Superior, Dra. Martha del Carmen Mesa Valenciano, ha despertado tanto interés dentro y fuera del ambiente académico con respecto al acto mismo de la pedagogía.

Ninguna libertad de pensamiento ni de expresión justifica a aquellos que se escudan en ella y juegan a dos bandos. Cada decisión que se toma en algún momento de la vida conlleva una coherencia ética con todo lo que ella implica. El título de profesor universitario no es un antifaz que nos ponemos al entrar al aula de clases y nos quitamos al salir a la calle. Ser profesor del sistema de enseñanza cubano implica una responsabilidad con él y si no se está dispuesto a respetarlo con sus limitaciones y aciertos en la misma medida que esperas que se le respete a usted como individuo surge entonces un problema fundamental.

La crítica constructiva es un bien que debe ser siempre aprovechado para suplir las carencias que se encuentren en la enseñanza que parten del error humano. Por tanto, la catarsis destructiva, el comentario corrosivo, mal intencionado, la crítica que no aporte soluciones concretas o llame a la reflexión acerca de lo mal hecho, o peor aún,  aquellas publicaciones en medios extranjeros que magnifique o descontextualice los problemas que se deberían debatir hacia lo interno no son actitudes responsables en ningún ciudadano y menos en el modelo de país que estamos planteando.

El profesor universitario, como actor vital de la sociedad y medidor de su nivel de desarrollo humano, debe ser un estandarte de decencia, honestidad y portador de valores tan necesarios en la contemporaneidad.  Es necesario ver al maestro como una lumbrera sobre la cual recae el peso del futuro y por lo cual debe invitar al razonamiento, al dialogo y al comportamiento cívico desde la moral del ejemplo.

Cada clase debe convidar a pensarnos entre todos como podemos contribuir desde nuestra realidad al mejoramiento de la sociedad y la resolución de sus problemas desde el pensamiento martiano de que “Intruir puede cualquiera. Educar solo quien sea un evangelio vivo”. Solo entonces el maestro podrá moldear al hombre del mañana y cumplir así con su labor profesional y con el reto de construir una Universidad mejor, con valores compartidos, acorde a las necesidades del país y que siga siendo motivo de orgullo para la Patria.

Escrito por: Dante

Foto tomada de Internet


Ser profesor universitario

Por:   Martha del Carmen Mesa Valenciano            

La revisión de un texto circulando por las redes sociales sobre determinada “injusticia” a una profesora universitaria que usando “la crítica” ha sido expulsada de su centro nos motiva a realizar un recorrido por nuestra casa: la Educación Superior cubana, e intercambiar nuestra posición.

¿Qué es ser profesor universitario?

¿Se podría ser un profesor en Cuba lejano a las políticas del país?

¿Se podría ser un profesor que no defienda a ultranza cada paso que se da en la Revolución?

¿Será que la crítica ácida que se realiza a cada instante es considerada autonomía universitaria?

¿Será que la manera de abordar la crítica haciendo llamado a los derechos humanos es el camino desde nuestra academia?

No podemos alejarnos, en ninguna de nuestras posiciones, expresiones, declaraciones que se es profesor universitario en cada instante, con ética y con la profesionalidad pedagógica siempre presente.

Se es profesor universitario para enseñar la crítica oportuna, constructiva, aportadora, de apoyo y de construir juntos una mejor sociedad.

Los procedimientos erróneos, las malas acciones de cuadros, de funcionarios, de dirigentes hay que combatirlas ¡Sí! ¡Siempre serán combatidas!, pero no podemos confundirlas con irrespeto ni con posiciones contrarias a nuestros principios revolucionarios.

Se es profesor universitario sin faltar al principio formativo.

Recuerdo a un exprofesor, que, utilizando las redes, inició una fuerte crítica a las decisiones de los dirigentes de nuestro país, sin percibir que, con su conducta irresponsable en la formación integral de sus alumnos, los confundía y le mostraba un camino erróneo de ataque desagradable en los medios, sin tener todos los argumentos, sin siquiera buscarlos. Considerando, además, que, en un profesor universitario, estará siempre la aclaración, la búsqueda del mejor camino, de la conciliación, del intercambio, de las múltiples soluciones y variantes.

El profesor universitario crea seguridad entre sus estudiantes, logra lo posible. ¡Ser profesor universitario es respeto, es optimismo, es confianza!

En cada día, en cada respuesta, en cada frase, se es profesor universitario, y es una condición que se gana y que se puede perder.

Ser profesor universitario lleva el requisito del estudio constante, superación continua, actualización diaria de la problemática del país y de su especialidad, intercambio frecuente, respeto a las decisiones, defensa de nuestras raíces, nuestra historia, nuestra cultura, nuestros principios.

A decir de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz:

“En la escuela es el maestro, es el profesor quien concreta los lineamientos trazados por el Partido en la medida en que sepa dar cumplimiento a los planes de estudio, programas, indicaciones metodológicas y documentos normativos. El Educador debe ser, además, un activista de la política revolucionaria de nuestro Partido, un defensor de nuestra ideología, de nuestra moral, de nuestras convicciones políticas. Debe ser, por tanto, un ejemplo de revolucionario, comenzando por el requisito de ser un buen profesor, un trabajador disciplinado, un profesional con espíritu de superación, un luchador incansable contra todo lo mal hecho y un abanderado de la exigencia” (Castro, F. 1981).

El que no se sienta activista de la política revolucionaria de nuestro Partido, un defensor de nuestra ideología, de nuestra moral, de nuestras convicciones políticas, debe renunciar a ser profesor universitario.

(Tomado de Cubadebate)

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