¿Te gustaría vivir cerca del mar? Seguro que como a muchas otras personas, esas profundas aguas te apasionan o solo de escucharlo sientes una extraña sensación de paz. Pero, ¿qué pasaría si fuera peligroso?
Con esa preocupación vivieron los habitantes de la costa sur de Artemisa y Mayabeque durante años. Esta zona de la línea costera del país sufrió una prolongada explotación y en consecuencia, existía un gran deterioro de las condiciones naturales, sobre todo, en la franja de manglares. En épocas lluviosas, sus casas se inundaban con la crecida del mar y estaban a expensas de perderlo todo.
En esas condiciones surge el proyecto Manglar Vivo en 2014. Desde el principio contó con la participación de los estudiantes universitarios de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (FCOM). ¿La idea? Implementar una medida de adaptación al cambio climático en respuesta a la alta vulnerabilidad social ante las inundaciones costeras.
Esta iniciativa para la adaptación al cambio climático fue impulsada por entidades como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y como entidades de ejecución el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) y el Ministerio de la Agricultura (MINAG). Durante estos años también se establecieron colaboraciones con el grupo de trabajo de Mundo Latino y con el Instituto Superior de Diseño (ISDI).
El MsC. de la Comunicación Willy Pedroso, gestor del proyecto, se vinculó desde su época de estudiante y cuenta que al inicio, realizaban diagnósticos para saber las necesidades de las poblaciones en las zonas mencionadas. “Estas comunidades deben ser evacuadas ante cualquier evento meteorológico y las inundaciones ponen en riesgo sus pertenencias. Incluso, entre las afectaciones se cuenta la salinización; pues el agua dulce se contamina con el mar durante las crecidas”, explica.
El proyecto se dispuso a recuperar el área de manglar, debido a sus potencialidades como barrera natural. Este tipo de medida se basa en los ecosistemas para disminuir las consecuencias del cambio climático. El mangle evita la degradación del suelo y la salinización, disminuye la fuerza de las olas y en ellos, además, se reproducen muchas especies autóctonas.
Según comenta Willy Pedroso, el proyecto entra a recuperar toda esa geografía desde tres aristas. En primer lugar, promueve medidas físicas concretas para la restauración del manglar. Estas no solo incluían la siembra de la planta; sino que comprenden la creación y mantenimiento de las condiciones necesarias para que el mangle se reproduzca por sí solo.
Por otra parte, a partir de las preocupaciones expuestas por esas poblaciones, se crearon mecanismos para la protección legal del trabajo del proyecto destinado a rescatar el ecosistema. Por ejemplo, se reforzaron los grupos de inspectores y guardabosques, apuntó el Máster en Comunicación.
Por supuesto, se reforzó el trabajo con la población y el impulso a la participación ciudadana. Al vincular educación y comunicación, Manglar Vivo se acerca más a la gente. Un reto fue logar que las personas comprendieran su vulnerabilidad- reconoce el gestor de Manglar Vivo- “Poco tiempo después, pasamos de ser los gestores de las actividades a ser simples facilitadores; pues los pobladores se organizaron para participar en la recuperación del manglar”.
La estrategia del proyecto incluye talleres y círculos de interés para trabajar con estudiantes de esas comunidades, grupos de voluntarios y actividades en las localidades, sobre todo en verano, que incluyen: barrio-debates, charlas, abordaje del tema en rendiciones de cuentas, etc. Sin embargo- según reconoció Willy Pedroso- la población destaca el trabajo que el proyecto ha realizado con niños y jóvenes, pero cree que es débil con otros grupos etarios.
Desde el ámbito universitario, la gestión de Manglar Vivo constituye temas de investigación. Esta experiencia contribuyó a la renovación del modelo de promoción ambiental en el país. Por ejemplo, la fotografía es tomada como motivación para el cuidado del entorno. Por esa razón, la experiencia se ha reflejado en numerosos trabajos de diploma.
Lixandra Portuondo, estudiante de Periodismo, considera que esta es la oportunidad de ayudar a gestionar una alternativa para proteger el medio ambiente. “Manglar Vivo es una forma de llevar a la práctica lo que aprendemos sobre estrategias comunicativas en la facultad. Te ayuda a ver los proyectos ambientalistas desde la producción o gestión de acciones y comunicación en torno a ellos. Muestra cómo los universitarios podemos influir en la sociedad”.
Para Camila Izquierdo, estudiante de 2do. año de Comunicación Social vinculada al proyecto, Manglar Vivo logra mover las emociones, sensibilizar en torno a esa problemática.
“Cuando uno entra a la Universidad de La Habana y está estudiando en la ciudad, a veces, desconoce cómo funcionan las dinámicas y la idiosincrasia en los pueblos del interior del país. El hecho de aprender de las necesidades existentes en esas localidades permite conocer los diferentes matices que tiene la sociedad cubana actual”, comentó Camila.
En el caso de la carrera de Comunicación- agregó Camila- el contacto con el público ayuda mucho. “Este tipo de empeños te obliga a entender la vida de las localidades dañadas para realizar productos comunicativos en función de ellos. Por ejemplo, al proyecto de nada le sirve crear artículos digitales si el objetivo de ese artículo es llegar a la gente; pues como comunicadora me estoy dirigiendo a poblaciones que no tienen esos recursos”.
Al valorar su impacto, los integrantes del proyecto afirman que aunque se ha trabajado con las comunidades en talleres y otros espacios, falta lograr que la gente produzca y circule sus propios contenidos. Además los gobiernos de ambas provincias continúan sin dedicar presupuesto para este tipo de empeños.
A pesar de que el proyecto está en proceso de cierre. Manglar Vivo no desaparece. Por ejemplo, la Tarea Vida, tiene una línea de trabajo encargada de recuperar la franja de manglares en otras comunidades y dar continuidad a las acciones en Artemisa y Mayabeque. Incluso, se prevé la realización de otras iniciativas similares en distintas áreas del país. Todo eso por los resultados gratificantes de esta primera experiencia.
El MsC. Willy Pedroso concluye que la gente percibe más movilización en torno al cuidado de la costa. En las comunidades, la comunicación se empezó a gestar desde las poblaciones. Los grupos de voluntarios creados en esos pueblos son muestra del empoderamiento social para la aplicación de acciones medioambientales. En las zonas donde se trabajó, el área de manglares es muchos más saludable.
Asimismo, al decir de los pobladores, los estudiantes universitarios dinamizan esas localidades. Los universitarios revitalizan la costa pero también las escuelas y desde una visión edu-comunicativa, todos contribuyen a recuperar el manglar y proteger la naturaleza.
Escrito por Mercedes Muñoz
Fotos tomadas de Internet